El sexo es la parte inherente de la naturaleza y cultura humana. Por lo tanto, la presencia o la ausencia de sexo en la vida de una persona tiene bastante influencia sobre su cuerpo. La vida sexual regular es un requisito indispensable para mantener la potencia y el deseo sexual normal.
¿Por qué? Al igual que otros músculos de nuestro cuerpo, nuestros genitales también necesitan hacer ejercicio. El sexo regular representa exactamente el tipo de ejercicio que necesitamos. Sin movimiento los músculos se atrofian, lo que también ocurre con los genitales.
Cuando los órganos sexuales son inactivos, la circulación sanguínea en los órganos pélvicos va disminuyendo, lo que empeora su nutrición y oxigenación. La mala circulación de la sangre puede conducir al proceso de estancamiento que provoca la aparición de prostatitis y enfermedades bacterianas del sistema reproductivo.
Al mantener las relaciones sexuales siempre es necesario prevenirse y usar las medidas de seguridad, así mismo al tener las relaciones sexuales con parejas diferentes se puede contagiar una variedad de enfermedades infecciosas. Cada uno de nosotros tiene su propia mucosa bacterial, así durante el sexo con la misma pareja nuestras bacterias “se van acostumbrando” unas a otras, es decir, el cuerpo ya se vuelve preparado para un cierto conjunto de microbios. Mientras que la vida sexual descontrolada aumenta la probabilidad de que su cuerpo no consiga hacer frente a microorganismos por él desconocidos. Y esto representa un ambiente fértil para la proliferación de las enfermedades infecciosas del sistema genitourinario. En este caso puede observarse una disminución de la potencia.
Tampoco hay que olvidar la dependencia psicológica de la potencia del sexo. Las personas que tienen relaciones sexuales regulares son menos propensas al estrés, son más alegres. Un incentivo muy bueno para la potencia masculina son los piropos a las habilidades sexuales de un hombre por parte de su pareja. Esto provoca una sensación muy satisfactoria y complaciente en los hombres causando la producción de testosterona – una hormona responsable por las características y el poder sexual de un hombre.
Por el contrario, si una mujer muestra abiertamente su insatisfacción con el hombre, esto puede reducir significativamente su potencia y, en los casos muy graves, hasta causar su impotencia.